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jueves, 4 de septiembre de 2008

Leyes blandengues.


Que la realidad es tozuda, es algo más que sabido, sobre todo para el que se empeña en negarla.
Y a menudo una se pregunta, hasta cuando se tiene una que aguantar ante la desvergüenza de las leyes y los que las aplican en mi patria.
Les importamos poco o nada (al menos hasta las próximas elecciones) y lo demuestra la falta de ganas que ponen en reformas que endurezcan las penas para esos desechos sociales que son los pederastas, y anden más entretenidos avisando de despenalizaciones del aborto. Paradójico; dejan a pederastas sueltos y liberalizan el aborto… ¿acaso quieren acabar con el futuro y lo que nazca lo enfermen a manos de bastardos que les usen como objetos sexuales?
El pasado 20 de agosto un tal Marcelino Fernández Arnaiz salió de la prisión de Dueñas (Palencia) tras cumplir una condena de 5 años por agresión sexual a menores, el indeseable tardó tan sólo 3 días en abusar de otro menor, una niña de 6 años de Santander.
Este malnacido tiene 54 años y ya tiene su mote delictivo “el pederasta de Astillero”. En su haber, este indeseable tiene una larga serie de detenciones: años 1980, 1983, 1986, 1990, 2000, 2002 y 2003, sobradas razones para no soltarle jamás en la vida.
La última pena que cumplía fue porque, a los tres meses de su salida de un centro psiquiátrico, abusó de una niña de 6 años en Torrelavega, por ello la Audiencia de Cantabria y por su extenso curriculum, decidió aplicar el aumento de la prisión preventiva hasta el máximo permitido, cinco años.
En esa sentencia se acordaba que el acusado había sido condenado a internamiento en un centro psiquiátrico por abusos deshonestos a menores en 1990, por delitos de agresiones sexuales y violación 1991 y por abusos sexuales dos veces en 2000, además de en otras fechas anteriores.
En sus condenas se tiene en cuenta como atenuante su estado psicológico, como si eso le eximiera de su barbarie, si así es, que el Estado se haga cargo y se responsabilice de dejarle suelto y sea juzgado como coautor de los delitos que cometa este ser. Porque, que no me digan que este infecto ser se va a reinsertar o cambiar o arrepentir o servir para algo más que no sea dar dolor y sufrimiento a tantos niños se le crucen por su camino.
Yo solo puedo pensar que a alguien le debe beneficiar la existencia de estos degenerados, porque si yo tuviera la ley de mi mano, no quedaba ni uno suelto y tras su primer abuso, el resto de niños heridos en espíritu por los enfermos gustos de este bastardo, jamás hubieran tenido que sufrir por haberse cruzado en su camino, porque ya me hubiera asegurado yo de que jamás hubiera vuelto a pisar la calle ni él ni ninguno como él.

Arawn.

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