Hay cosas que no debieran existir, pero existen, por ahora…
Hay cosas que, aunque no debieran existir, conducen, guían, condicionan y gobiernan nuestras vidas.
Una de ellas es la bolsa. Por mucho que algunos queramos que no exista, cerrar los ojos nunca ha hecho desaparecer nada.
Los vividores del parquet tiemblan, y a su vez su tembleque, nos contagiará a nosotros. Porque al fin y al cabo los tsunamis económicos, siempre ahogan al que suda el ganarse el plato que se lleva a la mesa, y no el que se lo roba, guarda o rentabiliza en su propia despensa.
Este lunes la bolsa se desplomó, ni los países ricos del Golfo Pérsico se han librado de la onda expansiva.
Cada cual, en estampida libra su trasero de la quema general y la UE deja de ser “Unión” (dejemos lo de “europea” para otra discusión) para actuar libremente, sin previa consulta del resto de los 26, y nuestra España se queda “descolgada” de la táctica general que ha sido respaldar al 100% los depósitos bancarios que haya en sus entidades, mirando lógicamente que sean sucursales autóctonas, claro está.
Los primeros fueron los irlandeses y griegos en garantizar esos fondos, actuando así como imán del temeroso inversor, que corriendo migra su dinero a donde le garantizan que con el vaivén de la bolsa y un temor al desplome, no pierda su dinerito. De esta forma previenen la quiebra de sus bancos, como ha pasado en Alemania sin ir más lejos
Acto seguido ZP, emula a sus vecinos y garantiza el 80%. ¿Y de donde sale ese respaldo o capacidad?
Esto ya no es tanto la culpa de una crisis que nos haya contagiado EEUU, más es que este sistema se tambalea, los gigantes asiáticos han entrado en el juego y los poderes ya no andan bajo un mismo eje y táctica. Todo lo que conocemos estaba a punto de desaparecer.
Querían globalización y Alan Valdés, operador neoyorquino declara que:
“Llevo 30 años trabajando en esto y nunca he presenciado un mercado así. Es muy desconcertante, porque se ha registrado poco volumen negociado. Siempre hemos querido una economía global(…)”
Y es que destino de las naciones, no puede dirigirse desde la resulta de su juego con un dinero y por un conjunto de insanos intereses.
Puede que parezca que esto a algunos no nos importa, pero el devenir bursátil condiciona a nuestros gobernantes (que deciden en muchos aspectos nuestras vidas), nuestros créditos, trabajo y hasta el precio de lo que comemos, algo que debiera estar condicionado solo por el sano esfuerzo del conjunto de la nación y sus miembros, y no por las maquinaciones o juegos que hagan unos cuantos con el dinero o un supuesto dinero, para colmo fruto del trabajo de otros.
Todo el que vive y se lucra de estos devaneos monetarios, es un vividor o un parasito del trabajar ajeno; un manipulador de la sociedad misma.
Poco o nada importa el coste que tenga para el último (el pueblo para ellos) lo primero es salvar la banca y sus acólitos. Que su “bendito” sistema sobreviva para poder seguir exprimiendo al que honradamente se da sustento.
La catarsis llegará, pues es necesario soltar lastre y con él lo que ya está carcomido por la enfermedad.
Una recesión mundial nos acecha. A veces para nacer se debe morir y aquí huele ya a muerto más que desecho.
Solo se habla de inyectar dinero a este o el otro banco, como si tuvieran una maquina, como si la crisis fuera solo que; en el gran tablero del Monopoli la ficha estuviera en la casilla de castigo, tal que si todo fuera una ilusión y tuviéramos “el comodín de la inyección” aguardado en cuando el saldo nos desaparezca.
El dinero existe, si ellos dicen que existe, porque no hay nada que respalde el valor de esos papelitos y metales por los que muchos matarían. Son especulaciones y mentiras que todos hemos creído y ese sistema de sumisión general debe desaparecer lo antes posible.
Hay cosas que, aunque no debieran existir, conducen, guían, condicionan y gobiernan nuestras vidas.
Una de ellas es la bolsa. Por mucho que algunos queramos que no exista, cerrar los ojos nunca ha hecho desaparecer nada.
Los vividores del parquet tiemblan, y a su vez su tembleque, nos contagiará a nosotros. Porque al fin y al cabo los tsunamis económicos, siempre ahogan al que suda el ganarse el plato que se lleva a la mesa, y no el que se lo roba, guarda o rentabiliza en su propia despensa.
Este lunes la bolsa se desplomó, ni los países ricos del Golfo Pérsico se han librado de la onda expansiva.
Cada cual, en estampida libra su trasero de la quema general y la UE deja de ser “Unión” (dejemos lo de “europea” para otra discusión) para actuar libremente, sin previa consulta del resto de los 26, y nuestra España se queda “descolgada” de la táctica general que ha sido respaldar al 100% los depósitos bancarios que haya en sus entidades, mirando lógicamente que sean sucursales autóctonas, claro está.
Los primeros fueron los irlandeses y griegos en garantizar esos fondos, actuando así como imán del temeroso inversor, que corriendo migra su dinero a donde le garantizan que con el vaivén de la bolsa y un temor al desplome, no pierda su dinerito. De esta forma previenen la quiebra de sus bancos, como ha pasado en Alemania sin ir más lejos
Acto seguido ZP, emula a sus vecinos y garantiza el 80%. ¿Y de donde sale ese respaldo o capacidad?
Esto ya no es tanto la culpa de una crisis que nos haya contagiado EEUU, más es que este sistema se tambalea, los gigantes asiáticos han entrado en el juego y los poderes ya no andan bajo un mismo eje y táctica. Todo lo que conocemos estaba a punto de desaparecer.
Querían globalización y Alan Valdés, operador neoyorquino declara que:
“Llevo 30 años trabajando en esto y nunca he presenciado un mercado así. Es muy desconcertante, porque se ha registrado poco volumen negociado. Siempre hemos querido una economía global(…)”
Y es que destino de las naciones, no puede dirigirse desde la resulta de su juego con un dinero y por un conjunto de insanos intereses.
Puede que parezca que esto a algunos no nos importa, pero el devenir bursátil condiciona a nuestros gobernantes (que deciden en muchos aspectos nuestras vidas), nuestros créditos, trabajo y hasta el precio de lo que comemos, algo que debiera estar condicionado solo por el sano esfuerzo del conjunto de la nación y sus miembros, y no por las maquinaciones o juegos que hagan unos cuantos con el dinero o un supuesto dinero, para colmo fruto del trabajo de otros.
Todo el que vive y se lucra de estos devaneos monetarios, es un vividor o un parasito del trabajar ajeno; un manipulador de la sociedad misma.
Poco o nada importa el coste que tenga para el último (el pueblo para ellos) lo primero es salvar la banca y sus acólitos. Que su “bendito” sistema sobreviva para poder seguir exprimiendo al que honradamente se da sustento.
La catarsis llegará, pues es necesario soltar lastre y con él lo que ya está carcomido por la enfermedad.
Una recesión mundial nos acecha. A veces para nacer se debe morir y aquí huele ya a muerto más que desecho.
Solo se habla de inyectar dinero a este o el otro banco, como si tuvieran una maquina, como si la crisis fuera solo que; en el gran tablero del Monopoli la ficha estuviera en la casilla de castigo, tal que si todo fuera una ilusión y tuviéramos “el comodín de la inyección” aguardado en cuando el saldo nos desaparezca.
El dinero existe, si ellos dicen que existe, porque no hay nada que respalde el valor de esos papelitos y metales por los que muchos matarían. Son especulaciones y mentiras que todos hemos creído y ese sistema de sumisión general debe desaparecer lo antes posible.
Carmen Padial.
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