
El escrito de acusación, asegura que los hechos ocurrieron en Sevilla desde que una de las niñas tuvo 4 ó 5 años, pero se intensificaron a partir de 2001, cuando el acusado M.P.R. se separó de su esposa y presuntamente abusó de sus hijas, entonces de 7 y 11 años, aprovechando los días que pasaban con él en virtud del régimen de visitas.
La Fiscalía asegura que los abusos fueron presenciados y compartidos por otros hombres que no han sido identificados, aunque las niñas los citan en sus declaraciones como compañeros de trabajo de su padre, conocidos de la familia y padres de amigas suyas.
La justicia humana no es suficiente para calmar la repulsa de quien no es un sádico enfermo, ante estos hechos.
La muerte es poco para quien hace eso con un niño y peor aun, si cabe, con un hijo.
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