Asesinado a consecuencia del maltrato.
Los niños no solo mueren en el 3º mundo por maltrato o abandono, no solo abusan de ellos en países asiáticos.
El daño que se hace a los niños, son las vergüenzas de la humanidad. La infancia es inocente de las maldades del adulto y por nada tiene que hacer penitencia, ni son objeto de uso o desahogo del adulto.
En el “1º mundo”, uno de cada diez niños sufre abandono o maltrato psicológico, entre el 4% y el 16% sufren daños físicos y el 15% de niñas y el 5% de niños abuso sexual antes de llegar a los 18 años. Esos son los datos del mundo “desarrollado”.
Estos niños son tratados como objetos de uso momentáneo, si, como un trapo o un televisor que cambiamos por uno de plasma que es más moderno, o que golpeamos cuando no sintoniza bien el canal deseado. Miles de ellos mueren por una de esas agresiones de las que son perceptores o simplemente se les abandona, según la Organización Mundial de la Salud cada año 155.000 muertes en menores de 15 años es por abuso o negligencia sobre ellos.
¿Y la otra herida?
Los que sobreviven a ese infierno llevaran sobre sus espaldas ese dolor y ese daño impreso por el adulto. Poseen mayor riesgo de padecer un trastorno mental, abuso de drogas y alcohol, relaciones sexuales de riego, obesidad y actitudes antisociales, aunque existen más problemas.
Cuanto más frecuente es el maltrato o abuso, más crónicos se vuelven los efectos que éstos producen, y mayor es la sensación que en ellos crece de ser un objeto de uso del adulto y que ellos no son seres humanos con los mismos derechos, al pasar ellos a la edad adulta copian la actitud nefasta que ellos sufrieron sin una muy buena ayuda.
La forma de comportarse de la sociedad actual occidental, es un campo perfectamente abonado para conductas agresivas. Sin valores espirituales que guíen hacia algo más que el bien material, la competitividad, el desprecio hacia lo que te merme ese individualismo como es un niño, una familia, y el entonar siempre el canto egoísta en todos los aspectos, el uso y abuso de estupefacientes -altamente peligroso- para la deriva que estamos tomando, el riesgo de desarrollo del perfil maltratador en nuestra sociedad actualmente es enorme.
Antaño los niños eran la magia, la pureza, la inocencia, ahora para un porcentaje –cada vez más elevado- de la población son de uso y disfrute, para otro un ser donde descargar su maldad, para otros algo a desechar mediante el aborto, porque o sirven o se tiran, y nosotros como dioses omnipotentes decidimos si pueden usar esa vida que la madre naturaleza les dona o se la robamos.
Ojalá la Madre Naturaleza un día decidiera si somos dignos o no de morar en ella y esa empatía produjera el milagro de volvernos humanos de verdad.
Todo ser vivo está supeditado a otro y no por ello te conviertes en su dueño, pudiéndolo matar o teniendo derecho a ello por eso.
Carmen Padial.
Los niños no solo mueren en el 3º mundo por maltrato o abandono, no solo abusan de ellos en países asiáticos.
El daño que se hace a los niños, son las vergüenzas de la humanidad. La infancia es inocente de las maldades del adulto y por nada tiene que hacer penitencia, ni son objeto de uso o desahogo del adulto.
En el “1º mundo”, uno de cada diez niños sufre abandono o maltrato psicológico, entre el 4% y el 16% sufren daños físicos y el 15% de niñas y el 5% de niños abuso sexual antes de llegar a los 18 años. Esos son los datos del mundo “desarrollado”.
Estos niños son tratados como objetos de uso momentáneo, si, como un trapo o un televisor que cambiamos por uno de plasma que es más moderno, o que golpeamos cuando no sintoniza bien el canal deseado. Miles de ellos mueren por una de esas agresiones de las que son perceptores o simplemente se les abandona, según la Organización Mundial de la Salud cada año 155.000 muertes en menores de 15 años es por abuso o negligencia sobre ellos.
¿Y la otra herida?
Los que sobreviven a ese infierno llevaran sobre sus espaldas ese dolor y ese daño impreso por el adulto. Poseen mayor riesgo de padecer un trastorno mental, abuso de drogas y alcohol, relaciones sexuales de riego, obesidad y actitudes antisociales, aunque existen más problemas.
Cuanto más frecuente es el maltrato o abuso, más crónicos se vuelven los efectos que éstos producen, y mayor es la sensación que en ellos crece de ser un objeto de uso del adulto y que ellos no son seres humanos con los mismos derechos, al pasar ellos a la edad adulta copian la actitud nefasta que ellos sufrieron sin una muy buena ayuda.
La forma de comportarse de la sociedad actual occidental, es un campo perfectamente abonado para conductas agresivas. Sin valores espirituales que guíen hacia algo más que el bien material, la competitividad, el desprecio hacia lo que te merme ese individualismo como es un niño, una familia, y el entonar siempre el canto egoísta en todos los aspectos, el uso y abuso de estupefacientes -altamente peligroso- para la deriva que estamos tomando, el riesgo de desarrollo del perfil maltratador en nuestra sociedad actualmente es enorme.
Antaño los niños eran la magia, la pureza, la inocencia, ahora para un porcentaje –cada vez más elevado- de la población son de uso y disfrute, para otro un ser donde descargar su maldad, para otros algo a desechar mediante el aborto, porque o sirven o se tiran, y nosotros como dioses omnipotentes decidimos si pueden usar esa vida que la madre naturaleza les dona o se la robamos.
Ojalá la Madre Naturaleza un día decidiera si somos dignos o no de morar en ella y esa empatía produjera el milagro de volvernos humanos de verdad.
Todo ser vivo está supeditado a otro y no por ello te conviertes en su dueño, pudiéndolo matar o teniendo derecho a ello por eso.
Carmen Padial.
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