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miércoles, 19 de noviembre de 2008

Sin tetas no te homenajean.

Me rio, me parto de risa al contemplar como la mujer, esa que se cree tan liberada anda pagando una entrada donde se supone se celebra una fiesta que tiene por lema “homenaje a la mujer” y que el premio sea una operación de mamas. El homenaje creo que se lo va a dar otro, y no ella precisamente…
Me quedo en estado de shock al ojear una revista de esas que siempre andan en las salas de espera de cualquier consultorio médico, sección a: periódicos a los que la mayoría de féminas ignora, y sección b: marujeo o siliconeo vario, ahí si aciertan. ¿Por qué lo digo? Pues por muy hiperliberadas que dicen estar, no hacen uso de su intelecto seleccionando basura materialista que las trata como trasplante andante, como devoradora de hombres (con el consiguiente beneficio de éste). Revistas donde solo hablan de maquillajes, alguna ultrafeminista “ejemplar”, desfiles de diferentes trapitos (cuanto más reducidos y caros mejor) y las 20 maneras de llegar al orgasmo, como si el sexo fuera una olimpiada de resistencia y habilidades en conclusión.
Y yo deseo saber dónde está la liberación de las consumidoras de sorteos de tetas de plástico o lectoras de revistas feministas, ya que sus editoras lo son, y férreas “militantes” a más inri.
¿Dónde ha quedado su lucha por no ser objeto meramente sexual, cuando reduces a la mujer a un marcador de orgasmos, cuando la prenda más habitual en el panorama en todas las calles es el tanga de la chica de delante y que tu pareja debe ser el que te quite el pintalabios del bolso o sino no vale?
Nos hemos puesto en el expositor del consumidor, cual cuarto de muslo en oferta –tanto que se regala- y pensamos que lo hemos hecho por liberadas, sin ver lo esclavas y prostituidas que somos a diario. Si, prostituidas, porque en esta sociedad o nos vendemos o no valemos nada y me refiero a lucir intimidades y siliconas exuberantes, aunque en otros muchos casos o te conviertes en prima hermana de Hulk con faldas, o mejor vaquero, o eres una machista (pecado moral hoy día) por desear seguir siendo femenina y respetarte. Respetarte a ti misma es no ir reglándote por las esquinas… y las rectas.
Pobres de nuestras madres, tan desfasadas. Pobres de nuestras abuelas, más desfasadas aun, curiosamente ambas tan amadas y respetadas, tan valoradas; sin llevar siliconas, ni tangas… Debe ser por eso que nadie las homenajea, porque sus valores no cotizan en bolsa, no han ganado en un sorteo un implante de silicona, ni dirigen empresas, ni son vicepresidentas o miembras de nada más que de su familia ¡y nada menos!
Que las tetas se las den de premio a las que nada se sienten sin ellas, a mí en realidad -las que las necesitan para ser alguien- me dan muchísima pena.
Y que sigan leyendo el Cosmopolitan, el Vogue y otras tantas más sintiéndose muy, pero que muy liberadas.



Carmen Padial.

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