Toda una vida poniendo su granito de arena para engrandecer nuestra Nación, por ese espíritu que se esconde tras la palabra patria que es lo mismo que nombra a una gran familia. Porque tan sólo los trabajadores honrados entienden del trabajo como un servicio prestado con orgullo, como deber y derecho, como una manera de contribuir a esta gran empresa que es España.
Para que la justicia social fuera una realidad y no palabrería fútil o hueca, nació la Seguridad Social. Año tras año, día tras día, mes a mes, la generosidad de los trabajadores españoles, hombres y mujeres han contribuido a que mediante esta institución, nuestros mayores, nuestros enfermos, los más necesitados, en definitiva, nuestra gente, que la que esta menos protegida pudiese tener un retiro digno después de una cansada vida de trabajo y pudiese obtener la cobertura necesaria en caso de que ellos o sus familias se viesen afectados por cualquier enfermedad.
Pero lo cierto es que esa idea primitiva de una institución que pretendía impartir justicia social entre todos los españoles, sin distinción de pobres ni ricos, un sistema que era válido para los hombres y mujeres de toda condición ha perdido su esencia, está siendo prostituido.
Tal es el caso que quiero exponer aquí, aunque sé que hay miles de ellos. Expongo este precisamente, porque de una forma u otra quiero que se oiga el grito de angustia de una de mis más apreciadas camaradas.
¡VA POR TI!:
España.
¿Ciudad? no importa.
¿Hospital? uno cualquiera.
Dos pensionistas, con apenas recursos, con las manos endurecidas por su trabajo, con las arrugas que demuestran los años vividos y sufridos, con sus piernas débiles, desgastadas de tanto caminar por la vida, y múltiples limitaciones físicas; uno de ellos marcado por una maldita enfermedad, el cáncer. No quieren personas puestas por asistentes sociales que les atiendan a domicilio, porque hasta hace poco podían no tirar de ello, entienden que, la seguridad social, esta para cuando se precisa y que abusar de ella sería robar al resto de ciudadanos, algunos, seguro que en peores condiciones que ellos, y hacer mal uso es mermar ayuda al resto. No quieren ningún privilegio especial, ni nada que no les corresponda, lo que ellos necesitan es una silla de ruedas, porque para ellos es vital, ya que la persona que se encarga de ellos, no puede moverlos ya, la enfermedad ahora le impide moverse aunque sea con ayuda de dos personas, aunque tan solo sea para ir de la cama al sillón. Y necesitarían dos, pero solo piden una.
Después de toda una vida de trabajo se ven desatendidos. No por su familia, como por desgracia y vergüenza pasa ahora con nuestros mayores, es por ese Estado al que han mantenido con su trabajo durante todos los años de su vida.
Mientras todos los días vemos como se atienden a inmigrantes en nuestros hospitales y me parece bien, siempre y cuando los nuestros tengan lo suyo, lo que les corresponde por derecho, por ley y por justicia, vemos como cierran puertas o las traban para los nuestros.
Estos pensionistas no tienen derecho a la silla sin hacer un previo pago de ella, la han de pagar ¿con qué dinero? Nada tienen, apenas llegan para cubrir los gastos de sus necesidades básicas con su pensión ¿Por qué? ¿Es que tienen que venir en patera o entrar por Barajas para tener la atención que se merecen y sus necesidades más elementales cubiertas? Al menos que les ayuden como a los que viene de fuera, no piden más y que dolor siente quien escribe al afirmar esto¿Por qué la Seguridad Social gasta nuestro dinero en abortos o en operaciones de cambio de sexo mientras se maltrata a los necesitados?
Ellos no tienen dinero para desembolsar, un dinero que supone más de la mitad de su pensión, les es imposible. Pero la Seguridad Social no entiende de su necesidad y si de la que viene de fuera a quien se le da sin previo pago como se les exige a ellos.
Os maldigo gobernantes, porque nos habéis engañado, robado y utilizado y sé que en un tiempo no muy lejano pagaréis por ello. Nosotros, orgullosos de ser españoles no mendigaremos lo que por derecho nos pertenece ¡lo exigimos!
Aquellos que tras leer estas líneas os preguntéis que ha terminado pasando , quiero contaros que a pesar de todo, a pesar de las dificultades de las humillaciones, gracias a una persona excepcional a uno de esos que con la boca grande se le puede decir CAMARADA, ya tienen nuestros queridos jubilados su silla de ruedas.
En el nombre de todo español buen nacido ¡GRACIAS! Porque tu sí que actúas como los seres humanos que yo deseo en mi pueblo.
Mientras, el Estado, que siga dando de comer, asistiendo y ayudando por selección; que dé la espalda a sus ancianos, enfermos y necesitados, que lo nuestro desfallezca, muera y sufra o ajusticien con muertes “dignas” que algún día este pueblo despertará y no habrá suelo en España para dar camino a tanto rodar de cabezas.
Un simple camarada.
Para que la justicia social fuera una realidad y no palabrería fútil o hueca, nació la Seguridad Social. Año tras año, día tras día, mes a mes, la generosidad de los trabajadores españoles, hombres y mujeres han contribuido a que mediante esta institución, nuestros mayores, nuestros enfermos, los más necesitados, en definitiva, nuestra gente, que la que esta menos protegida pudiese tener un retiro digno después de una cansada vida de trabajo y pudiese obtener la cobertura necesaria en caso de que ellos o sus familias se viesen afectados por cualquier enfermedad.
Pero lo cierto es que esa idea primitiva de una institución que pretendía impartir justicia social entre todos los españoles, sin distinción de pobres ni ricos, un sistema que era válido para los hombres y mujeres de toda condición ha perdido su esencia, está siendo prostituido.
Tal es el caso que quiero exponer aquí, aunque sé que hay miles de ellos. Expongo este precisamente, porque de una forma u otra quiero que se oiga el grito de angustia de una de mis más apreciadas camaradas.
¡VA POR TI!:
España.
¿Ciudad? no importa.
¿Hospital? uno cualquiera.
Dos pensionistas, con apenas recursos, con las manos endurecidas por su trabajo, con las arrugas que demuestran los años vividos y sufridos, con sus piernas débiles, desgastadas de tanto caminar por la vida, y múltiples limitaciones físicas; uno de ellos marcado por una maldita enfermedad, el cáncer. No quieren personas puestas por asistentes sociales que les atiendan a domicilio, porque hasta hace poco podían no tirar de ello, entienden que, la seguridad social, esta para cuando se precisa y que abusar de ella sería robar al resto de ciudadanos, algunos, seguro que en peores condiciones que ellos, y hacer mal uso es mermar ayuda al resto. No quieren ningún privilegio especial, ni nada que no les corresponda, lo que ellos necesitan es una silla de ruedas, porque para ellos es vital, ya que la persona que se encarga de ellos, no puede moverlos ya, la enfermedad ahora le impide moverse aunque sea con ayuda de dos personas, aunque tan solo sea para ir de la cama al sillón. Y necesitarían dos, pero solo piden una.
Después de toda una vida de trabajo se ven desatendidos. No por su familia, como por desgracia y vergüenza pasa ahora con nuestros mayores, es por ese Estado al que han mantenido con su trabajo durante todos los años de su vida.
Mientras todos los días vemos como se atienden a inmigrantes en nuestros hospitales y me parece bien, siempre y cuando los nuestros tengan lo suyo, lo que les corresponde por derecho, por ley y por justicia, vemos como cierran puertas o las traban para los nuestros.
Estos pensionistas no tienen derecho a la silla sin hacer un previo pago de ella, la han de pagar ¿con qué dinero? Nada tienen, apenas llegan para cubrir los gastos de sus necesidades básicas con su pensión ¿Por qué? ¿Es que tienen que venir en patera o entrar por Barajas para tener la atención que se merecen y sus necesidades más elementales cubiertas? Al menos que les ayuden como a los que viene de fuera, no piden más y que dolor siente quien escribe al afirmar esto¿Por qué la Seguridad Social gasta nuestro dinero en abortos o en operaciones de cambio de sexo mientras se maltrata a los necesitados?
Ellos no tienen dinero para desembolsar, un dinero que supone más de la mitad de su pensión, les es imposible. Pero la Seguridad Social no entiende de su necesidad y si de la que viene de fuera a quien se le da sin previo pago como se les exige a ellos.
Os maldigo gobernantes, porque nos habéis engañado, robado y utilizado y sé que en un tiempo no muy lejano pagaréis por ello. Nosotros, orgullosos de ser españoles no mendigaremos lo que por derecho nos pertenece ¡lo exigimos!
Aquellos que tras leer estas líneas os preguntéis que ha terminado pasando , quiero contaros que a pesar de todo, a pesar de las dificultades de las humillaciones, gracias a una persona excepcional a uno de esos que con la boca grande se le puede decir CAMARADA, ya tienen nuestros queridos jubilados su silla de ruedas.
En el nombre de todo español buen nacido ¡GRACIAS! Porque tu sí que actúas como los seres humanos que yo deseo en mi pueblo.
Mientras, el Estado, que siga dando de comer, asistiendo y ayudando por selección; que dé la espalda a sus ancianos, enfermos y necesitados, que lo nuestro desfallezca, muera y sufra o ajusticien con muertes “dignas” que algún día este pueblo despertará y no habrá suelo en España para dar camino a tanto rodar de cabezas.
Un simple camarada.
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