Viven en un pequeño municipio de Artesa de Lleida (Lleida), y han tenido que denunciar a la consellería de Bienestar Social de la Generalitat de Cataluña, porque han aplazado la concesión de dicha ayuda al 2013, o sea, para cuando la señora Dolors tenga 105 años tendrá esa ayuda de dos horas semanales de atención.
Antonio Garròs, sobrino de esta mujer que aún se vale por sí sola, con las cosillas propias de su edad, han solicitado en varias ocasiones a la Generalitat, incluso en el marco de la ley a la dependencia, la ayuda de dos horas semanales para que asistiera a la anciana, Dolors Soler, que vive con él y su esposa.
Tal vez algunos se hubieran desecho de la anciana, pero ya que cumples con tu deber de cuidar a tus ancianos, porque son tu ayer, y te dieron el hoy, un poco de ayuda es de obligado proceder y máxime si es por ley, o eso dicen que aprobaron hace unos meses en el transcurso del 2008 ”nuestros queridísimos politicos“.
Tras la visita del técnico encargado de evaluar las solicitudes, la familia recibió una contestación en donde se indicaba, que la concesión de ayuda se demoraba al 2013, cuando la mujer haya cumplido ya los 105 años.
Tras ello se procedió a ejercer una reclamación ante la administración autonómica, se le contestó que el resultado lo daba “un ordenador” y que posiblemente se había producido un error por parte de la persona que hizo el estudio.
Garrós (su sobrino), un jubilado de 64 años por problemas cardiacos, sabe que el reiniciar las peticiones será demasiado tiempo y que “y mi tía tiene 101 años“, por lo que hacen una denuncia pública “que al menos nos sirve como derecho al pataleo“.Cuando Dolors cumplió 100 años le visitó el delegado de Bienestar Social y le hizo entrega de la medalla que reconoce a las personas centenarias. “Le dijo a mi tía que si necesitaba algo lo pidiera, y ella se lo creyó y por eso volvimos a reclamar la ayuda“, recuerda ahora Garrós.
Este es el pago que se le da a nuestros mayores, y a quienes cuidan y esfuerzan porque no les falte de nada en sus últimos días en su casa, que es de ellos también, en vez de encerrarles o aparcarles en un asilo.
Carmen Padial.
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