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martes, 6 de enero de 2009

Inmigrantes, inmigración y sus fomentadores.


Los últimos datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística, sobre Migraciones Exteriores, correspondiente al año 2007, y confirma la llegada a España de un total de 920.534 inmigrantes, de seguro son más.
El 62,7 % viene en avión y el 36,3% por tierra, esos son los de viaje más benévolo y dulce.
Tan sólo el 1% de los inmigrantes que llegan a España lo hace en patera, estos son los que siempre nos muestran, cada día prácticamente.
Según datos recogidos en las delegaciones del Gobierno 12.500 inmigrantes llegaron a las costas españolas a bordo de pateras o cayucos durante 2008.
Esto podía ser el clásico empiece antiinmigracionista, o el “anuncia invasión”, pero quisiera intentar hacer ver la culpa del culpable, y que los dardos dieran comienzo a un lanzamiento certero y no torcedero.
El primer cayuco del 2009 llegó ayer a la isla de la Gomera y por sus propios medios. En la embarcación viajaban 71 personas, entre ellas catorce posibles menores.
Y mañana, o pasado, uno más, o uno dentro de una semana, y 40 al mes si procede seguirán llegando. Y es lo que interesa, y es lo que se quiere.
Hay que ponerse a pensar, en la idea que ronda la cabeza de alguien para subirse a cuatro tablas, echarse al mar, tras pagar lo que tienes, y lo que no tienes - el embargo de tu propia vida incluido- en busca de un sueño. Es la huida de algo peor que el saber –casi con certeza- que puedes perder la vida, o el pensamiento impulsor de que tienes a una familia a la que crees que vas a poder mantener, si llegas con vida a esa tierra llena de abundancias llamada España.
Y esta desgracia del que tiene que abandonar su hogar, costumbres y gente, es producto del sistema capitalista, y sus arrieros izquierdistas. No es el que se sube al cayuco el que dijo:
¡Oye que me piro a la península ibérica a ver si sangro a los españoles!
No señores, ese no es el pensamiento del que hasta esos límites pone a pender de un hilo su vida, a sabiendas de los muchos que la pierden añadiendo más sangre a las manos capitalistas, si es que les cabe más. Esto es un tráfico de seres humanos, al igual que lo acabaremos siendo nosotros con las leyes laborales que nos vienen (revisen los intríngulis de las 65 horas que su “no aprobación” rotunda esta por verse) y las repercusiones que ya va teniendo la crisis en la misma Europa laboralmente (inmigrantes españoles en Rumanía por ejemplo).
Nos hacen sentir culpables, y suelen conseguirlo, con imágenes en TV, en prensa, etc. Imágenes de su llegada a nuestras costas. ¿Si nadie se inmiscuyera en sus formas de vida, pensarían en buscar más allá? Es el conjunto de injusticias y desigualdades fruto de las formas de gobierno capitalistas, los gobiernos corruptos foráneos, mantenidos por gobiernos occidentales –los más capitalistas, demócratas y tolerantes- para que hagan la vista gorda ante la explotación de recursos y personas. Esos son los que les empujan a ser inmigrantes.
Sus ONGeros pregoneros de un bienestar occidental, una tolerancia aniquiladora del derecho del pueblo receptor, un aleccionamiento al inmigrante de cómo sacar todo lo posible del Estado que le recibe porque de ello esos ONGeros perciben sus subvenciones estatales, una pretensión de aniquilación de fronteras, y una hipócrita antiglobalización, ¿acaso hay una globalización mayor que la de erradicar fronteras? Agudizan nuestros problemas y el del inmigrante.
Los grupos de izquierdas aceptarían a toda la inmigración, a toda la que viniese, así alimentan al monstruo capitalista que se vanaglorian en combatir y se convierten en cómplices de los asesinos capitalistas responsables de todo muerto en esos desesperados viajes en patera.
Ellos, el hambre del inmigrante, lo conmutan en pena de muerte, física a veces y cultural siempre. Una pena impuesta a esos pueblos por el amo capitalista, y de la que ellos son cómplices, haciendo fluir esa inmigración que germina en explotación y enfrentamientos entre ellos y el pueblo receptor. En medio el inmigrante, que como mensajero, recibe la respuesta del que se siente agredido, y que debiera recibir el de izquierdas y el sistema capitalista donde esta incluida la derecha obviamente, no él.
Un sistema que balancea a gusto la vida de los pueblos, que arranca la raíz de los seres humanos y los condena a ser esclavos perpetuos de un mundo muy moderno, muy globalizado y muy despersonalizado, donde la única pasión que se desea mover es la del goce sin responsabilidades, los apátridas, y los anarco repugnantes irresponsables.
Desearía que nadie tuviera jamás la necesidad de abandonar su patria para poder comer, ni que la razón de la búsqueda del sustento para los tuyos en otro país, sea razón suficiente para que se maltrate a esa persona.
Desearía que siempre existiera la riqueza humana que ahora existe, que existiera la riqueza cultural ahora existente, y que las identidades de los pueblos no se viesen contaminadas.
Sé que para alguien de “izquierdas” es racismo y que para quien es de “derechas” es de izquierdas, pero por fortuna no estoy en ninguno de esos extremos y tengo la libertad suficiente -o así lo intento- de ver lo que es justo, y lo que siempre fue y debe ser para que el equilibrio y la riqueza espiritual del mundo continúe.
La inmigración y sus razones deben desaparecer, erradicarse.
Las pateras deben dejar de existir y eliminar su razón de ser.
Los grupos de izquierdas que fomentan y alientan esa, y otra inmigración, deben dejar la hipocresía y atacar el problema de raíz, dejarse de tanto antifascismo y ser solo anticapitalistas, si en verdad buscan justicia.
Y por supuesto el sistema capitalista debe ser golpeado hasta la extenuación por todo frente posible para que nadie más deba morir por el reparto de sus nutridas injusticias de este sistema del que participan derechas e izquierdas.



Carmen Padial.

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