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miércoles, 4 de febrero de 2009

CARTA A UN TRABAJADOR ESPAÑOL.

Vives momentos de angustia. No sabes si mañana cuando acudas a tu puesto de trabajo te encontrarás con la empresa cerrada. Cada día miras a tus hijos y piensas cómo te las arreglaras para comprarles esa ropa que les hace falta, y que comida podrás poner en la mesa; miras tu casa y arrugas la frente pensando como pagaras la hipoteca; tu mirada y la de tu mujer se pierden en la nada cuando ambos os miráis y comprendéis que vuestra situación se complica día a día.
Miras tus manos cansadas de largos y duros días de trabajo. Piensas que en el fondo aún te acompaña la suerte porque sigues en tu puesto de trabajo, mientras otros compañeros de tu empresa los echaron hace meses para cambiarlos por inmigrantes y así pagarles menos. Sigues pensando que quizás tengas suerte porque la empresa que está al lado de la tuya la trasladaron a China, o quizás fuera a Marruecos, con el único fin de abaratar costes.
Oyes el teléfono sonar y tu corazón se acelera, piensas que será una vez más el banco que te exige que pagues esa letra del coche que no has podido pagar. Maldices el día que aceptaste ese crédito al 9% de interés pensando que podrías pagarlo, te enfadas contigo mismo cuando recuerdas el día que aceptaste, de ese vendedor de ilusiones, esa dichosa tarjeta de crédito. ¡Maldita usura! exclamas ahora con rabia.
Recuerdas que gracias a varias movilizaciones y paros conseguisteis que os pagaran las horas extras. Ahora ves como los sindicatos callan, - ladran pero no muerden - ya no luchan como antes, se han convertido en gestores, en lacayos de las subvenciones del poder, han pasado de ser garantes de las reivindicaciones justas a garantes de su sillón. El sindicalismo reivindicativo, participativo y revolucionario ha muerto en manos de burócratas.
Miras las noticias y ves como otros compañeros salen a la calle, protestan, lloran de impotencia. Ves como son golpeados por la policía, esposados y tratados como delincuentes. Piensas en lo injusto que es el trato que reciben. Tus ojos se empañan, y querrías coger a ese policía que con saña golpea a un trabajador desesperado que solo quiere llevar comida a casa y protesta porque no le dejan hacerlo. ¿Acaso ese policía no tiene corazón? ¿Acaso no es también un trabajador?
Piensas, ¿Cómo pude votar a ese predicador de Zapatero? ¿Qué tiene de Socialista ese tío? ¿Pero y el otro, dónde esta el otro, dónde anda Rajoy? Políticos estafadores, - dices -, solo nos queréis para que metamos vuestra papeleta en la urna, - rubricas -. Sabes que los políticos nos creen idiotas, que siempre callamos por miedo, que miramos a otro lado para no tener problemas, pero... los problemas están ahí, viven, sueñan y andan contigo - conmigo - a todas horas. La desesperación se apodera de nosotros.
Tú y yo sufrimos por los nuestros. Tú y yo morderíamos por los nuestros. Tú y yo, ¿qué no haríamos por los nuestros? Piensa que nuestro silencio es nuestra derrota, que nuestra rebeldía será nuestra victoria.
Sí estás harto de que te utilicen, si estás harto de que no cuenten contigo, si estás harto de que siempre ganen los mismos, si estás harto de que los políticos te cuenten milongas, si quieres lo mejor para ti y tu familia, si amas a tu Patria y crees en el Socialismo de verdad y no en el de los banqueros ni el de ZP, solo hay un grito, solo hay una acción:

¡Políticos estafadores! ¡Sindicatos vendidos! ¡La crisis que la pague la Banca ! ¡Por nuestros derechos, por nuestra dignidad,
todos a la Huelga General !

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